
Vicky Montenegro marcha junto a las Madres. Su identidad fue restituida el 5 de julio del 2000.
*Por Victoria Montenegro: legisladora porteña, nieta restituida.
El contexto actual es particularmente complejo. Esto no es nuevo. Es la continuidad de un proyecto para someternos que comenzó hace casi cincuenta años con la instalación del neoliberalismo y la dictadura cívico-militar de Videla, Masera y Agosti, que secuestró, torturó, desapareció y asesinó a 30 mil compañeros y compañeras.
El objetivo central de la dictadura fue implantar un modelo económico regresivo basado en el achicamiento del Estado, la desregulación de la economía, la destrucción de la Industria Nacional y la concentración de la riqueza en manos de unos pocos grupos económicos locales e internacionales, a costa del Pueblo argentino. Ese modelo no hubiera sido posible sin la implementación del Terrorismo de Estado como forma de disciplinamiento social.
A diferencia de muchos otros países, gracias a la lucha incansable de las Madres, las Abuelas, del conjunto de los organismos de Derechos Humanos, y a la firme decisión política de Néstor y Cristina, nuestro país pudo iniciar un proceso de reconstrucción histórica, para condenar a los responsables de la última dictadura y construir un sólido andamiaje de políticas públicas de Memoria, verdad y justicia que lo posicionaron en la vanguardia internacional.
Hoy, a más de un año del gobierno de Milei y Villarruel, los apellidos y los intereses son prácticamente los mismos que los de aquel tiempo. La historia se repite, esta vez, en el marco de un capitalismo tecno-financiero, en el que el gobierno y la oligarquía buscan legitimar un accionar violento contra quienes se organizan para defender sus derechos. Pero, aunque quieran confundir a la sociedad, compañeros y compañeras, tenemos muestras sobradas que Milei no vino a terminar con la casta, sino a perpetuarla a costa del sufrimiento de nuestro Pueblo.
En poco más de un año de gestión, el Gobierno Nacional eliminó ministerios, despidió a miles de trabajadores estatales y por consiguiente desmanteló programas sociales, de educación, de salud, de ciencia y tecnología. Eliminó políticas específicas de asistencia a mujeres y diversidades víctimas de violencia, dejó sin medicamentos a personas con enfermedades crónicas, les quitó prestaciones a personas con discapacidad y personas electrodependientes, entre otras tantas atrocidades.
En ese marco, las políticas de Memoria han sido especialmente atacadas: se desarticularon los equipos de Relevamiento y Análisis (RyA) del Ministerio de Defensa; se despidieron cientos de trabajadores y trabajadores en la órbita de la Secretaria de Derechos Humanos, con un impacto directo en la aplicación y el diseño de las políticas públicas, particularmente en los Sitios de Memoria; se desmanteló Unidad Especial de Investigación de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad, organismo encargado de la búsqueda y localización de los niños y niñas víctimas del Plan Sistemático de Apropiación.
La desarticulación de las políticas de Memoria, también estuvo acompañada de otras decisiones y acontecimientos de suma gravedad institucional; que van desde actos con tintes negacionistas, hasta eventos culturales censurados por el Gobierno Nacional.
Un párrafo aparte, merece la visita con vehículo oficial de Diputados de la Libertad Avanza al penal de Ezeiza, para entrevistarse con genocidas condenados por crímenes de lesa humanidad, un hecho que, hasta la actualidad, no ha sido esclarecido y que terminó de despejar las dudas sobre las verdaderas intenciones del Gobierno en garantizar la impunidad.
A la motosierra en el Estado, se suma la delicada situación económica de los trabajadores y adultos mayores de nuestra Patria. Es en ese contexto, que estas últimas semanas, se vienen montando feroces operativos de represión para sofocar las manifestaciones convocadas por simpatizantes de clubes de fútbol, trabajadores y organizaciones políticas en apoyo a los jubilados que están sufriendo los recortes del gobierno de Milei.
Frente a un panorama tan adverso, que lo único que busca es romper con los lazos de solidaridad e imponer el individualismo y la cultura del sálvese quien pueda, nos toca enfrentar nuevamente la crueldad con lo mejor que tenemos. Por eso es necesario volver a inspirarnos en el coraje y las convicciones de nuestros 30.000 compañeros y compañeras que soñaron con una patria justa, libre y soberana; en la tenacidad de los organismos de Derechos Humanos que lucharon para recuperar nuestra Democracia; en el coraje de nuestras Madres y Abuelas que nunca bajaron los brazos y en la voluntad política de Néstor y Cristina que vinieron a cumplir el sueño de la construcción de un país más justo.
Sigamos luchando compañeros y compañeras, sigamos levantando los nombres de nuestros 30 mil, y las banderas de una patria justa, libre y soberana por la que ellos dieron su vida.