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"El peronismo fue pueblo y Patria antes que nombre propio. Hoy, corre el riesgo de quedar atrapado en la lógica de los espejos enfrentados", dice Gras.

Por Mariana Gras
Militante. Politóloga.

El desafío es salir del laberinto de espejos. Volver a mirar de frente al hambre, al frío, a la desesperanza. Escuchar al pueblo más que a los jueces, más que a los medios, más que a nuestras propias internas.

El peronismo fue pueblo y Patria antes que nombre propio. Hoy, en medio de un modelo económico que arrasa con los más vulnerados, corre el riesgo de quedar atrapado en la lógica de los espejos enfrentados. La salida no es la liturgia de un rostro, sino el regreso a la raíz popular que lo parió. 

El peronismo supo ser Patria antes que bandera con nombre propio. “Acá tenés los pibes para la liberación de la Patria” era un grito, pero también una promesa: la vida entregada a un destino colectivo. La Nación como horizonte. La multitud como sujeto. 

Hoy, esa misma consigna parece achicarse: “Acá tenés los pibes para la liberación de Cristina”. De la Patria a la persona. De la multitud al espejo. Y cuando el espejo devuelve sólo un rostro, el movimiento se encierra. Se enamora de su reflejo. Pierde pueblo.
El peronismo nació para ellos. Pero se entretuvo en la lógica de espejos enfrentados: nosotros contra ellos, Cristina contra Milei, liturgia contra liturgia. Mientras tanto, el pueblo espera. Y sangra.

La libertad de Cristina no se logra con altares ni canciones. Se conquista con política. Con organización en los barrios, con poder popular que dispute recursos y derechos, con alianzas amplias que devuelvan al pueblo la iniciativa. Cristina se libera cuando se libera el pueblo. No al revés. 

El desafío es salir del laberinto de espejos. Volver a mirar de frente al hambre, al frío, a la desesperanza. Escuchar al pueblo más que a los jueces, más que a los medios, más que a nuestras propias internas.

Sólo así el peronismo puede volver a ser peronismo. Volver a la raíz: los excluidos, los vulnerados, los invisibles. Hacer de ese dolor política, de esa política bandera, de esa bandera Patria.

Porque sin pueblo no hay peronismo. Y sin peronismo, no hay futuro.